lunes, 14 de marzo de 2011

BanOccidente y la privacidad: ¿Hay algo podrido en Dinamarca?


La carta de la discordia
La privacidad es uno de los derechos que ha cobrado más importancia en la actualidad. Es precisamente la información  personal la fuente de ingresos para muchas empresas y casi todas las organizaciones se esfuerzan en hacerse a sólidas bases de datos de sus clientes actuales o potenciales. Las críticas a servicios tan generalizados como Facebook o Google se dirigen al manejo que dichas empresas puedan hacer con la enorme cantidad de información personal que albergan para sus millones de suscriptores.

Más allá de esos populares servicios, existen muchas otros tipos de infromación que nos parecen en extremo sensibles. La información financiera y comercial es, por supuesto uno de ellos. ¿Qué sentirían ustedes si un buen día llega una carta de su banco informándoles que el contrato de los servicios financieros ha cambiado precisamente en lo concerniente al acceso de las bases de datos a la información privada de sus clientes? Ciertamente, uno se preocupa y se toma el trabajo de leer la letra pequeña que seguramente no leyó el día en que abrió su cuenta o adquirió un crédito con la entidad.

He aquí lo que encontré (el subrayado es mío):

"El Cliente en su calidad de titular de información, actuando libre y voluntariamente, autoriza de manera expresa e irrevocable al Banco, o a quien represente sus derechos, a consultar, solicitar, reportar, procesar y divulgar toda la información que se refiera a su comportamiento crediticio, financiero, comercial, de servicios y de terceros países de la misma naturaleza, a la Central de Información CIFIN o a cualquier otra entidad pública o privada que administre o maneje bases de datos, cualquier otra Entidad Financiera de Colombia, o a quien represente sus derechos..." 

La cláusula continúa y no precisamente para aliviar la preocupación. No soy abogado, pero interpreto que un contrato de esta naturaleza permite a mi banco hacer lo que buenamente desee con mi información. La carta dice que el cambio tiene por objeto cumplir la ley de Habeas Data (que solo conozco superficialmente y entendía que era para garantizar la corrección de datos errados). Entiendo que el reporte a centrales de riesgo como Datacrédito es necesario, pero creo que la puerta se abre demasiado ampliamente y existen muchas empresas dispuestas a adquirir a buen precio la totalidad de nuestra información financiera.

Para rematar, la carta informa muy amablemente que uno tiene una fecha límite (31 de marzo de 2011) para declararse en desacuerdo con dicha cláusula. De lo contrario, habrá vendido su alma aceptado la clausula sin haberlo siquiera notado. ¿Qué le dirán a aquellos que se oponen? Seguramente lo averiguaré eventualmente.

De todas maneras, le agradezco a Banco de Occidente la deferencia de informarme de la dichosa cláusula, porque estoy convencido de que he aceptado sin saberlo condiciones probablemente peores en otras entidades financieras.

Que tengan un muy buen día.

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