domingo, 13 de marzo de 2011

Libertad de expresión y sensibilidad religiosa.

Este es uno de esos temas que no se pueden abordar fácilmente en 140 caracteres.

Twitter es un medio de comunicación excepcional que democratiza de manera efectiva la libertad de expresión que antes sólo ejercían algunos afortunados. Por fin, muchos ciudadanos tenemos un canal a nuestra disposición y lo empleamos, como es deseable, diciendo lo que buenamente se nos venga a la cabeza.

Es curioso. Cuando publicamos un pensamiento, lo hacemos con el deseo de expresar aquello que llevamos dentro. Por eso es importante garantizar esa libertad, esa independencia, esa expresión de la propia identidad, de la perspectiva desde la que vemos el mundo. Pero cuando expresamos, cuando publicamos es precisamente porque deseamos mostrar eso a los demás. Deseamos contactar, comunicar, afectar (espero que positivamente) al otro. Y entramos en el terreno del otro, que es tan espinoso.

Ahora bien, todos nos hemos encontrado en un lado u otro de una situación incómoda: algún trino ofende nuestras creencias religiosas o un trino nuestro golpea la sensibilidad religiosa de algún lector. Se pueden decir mil cosas al respecto y reaccionar de muchas maneras y mucho depende de la perspectiva de donde se mire.

Veamos las cosas desde el escritor. Uno de los mayores atractivos de Twitter es el alto nivel de tolerancia que muchos usuarios exhiben en las discusiones (y la habilidad de bloquear aquellos que usan la violencia verbal para intentar imponer sus puntos de vista). En este contexto de tolerancia y libertad es inapropiado pretender que otro limite mi derecho a la libre expresión para satisfacer ciertas susceptibilidades. En último caso, nadie tiene que seguir a nadie por obligación y quien se declara ofendido puede buenamente marcharse para no sufrir leyendo las publicaciones.

Desde el lector, las cosas se ven distintas. Difícilmente una persona sigue a otra que publica mensajes que considera ofensivos. Los altercados surgen cuando alguien rompe su línea habitual de temas y expresa una idea que puede ser considerada irrespetuosa sobre un tema sagrado para otros. ¿Es esto una ofensa? Para ese lector, que puede ser un evángelico convencido, una monje tibetano o un indígena, las palabras pueden ser más hirientes de lo que parece. Lo sagrado es algo sumamente sensible. Una caricatura sobre Mahoma, imaginar una escena sexual de Jesucristo o el apodo despectivo a una minoría religiosa son cosas que golpean al creyente con mucha fuerza.

Es posible que el lector no esté preparado para la comunicación en un mundo tan globalizado. Pero también es posible que el escritor tampoco lo esté. Un trino que a uno le puede parecer gracioso puede estar jugando con algo que alguien considera lo más valioso y el centro mismo de su existencia. Lo divino, lo religioso, puede ser (y de hecho lo es para muchos) algo más íntimo y más especial que, por ejemplo, la propia madre (y a nadie le gustaría que su madre fuera objeto de una caricatura o una frase ofensiva). Muy probablemente no es nuestra intención tocar una fibra tan sensible en esa persona. Muy probablemente no nos ponemos en el lugar de los otros antes de publicar nuestros pensamientos y lo hacemos por pura y física ignorancia.

En algunas regiones budistas, la parte superior de la cabeza es considerada sagrada y sólo puede ser tocada por alguien de mayor jerarquía. Yo me enteré de eso el día que lo hice, sin saber que estaba cometiendo un error y una falta de respeto. En mi pensamiento occidental no cometería ninguna falta en una cosa tan sencilla. Y sin embargo, una vez supe el significado, procuré no hacerlo a quienes tienen esa creencia.

No todo en la vida son blancos y negros. No pretendo que hayan reglas en ese sentido. Pero una discusión previa sobre este tema me dejó una suerte de conclusión:  Si una persona tiene toda la libertad de publicar un comentario sobre temas religiosos que pueden ofender a otros, la persona ofendida tiene todo el derecho de expresar su molestia ante la publicación. Y que cada quien resuelva sus conflictos de la forma más humana posible.


1 comentario:

  1. "Lo sagrado es algo sumamente sensible. Una caricatura sobre Mahoma, imaginar una escena sexual de Jesucristo o el apodo despectivo a una minoría religiosa son cosas que golpean al creyente con mucha fuerza". Este fragmento es fascinante. Cuando trascendamos esas lineas fragmentarias religiosas...las sensibilidades se iran desvaneciendo como algodon de azucar en la boca calientita de un nino!

    Mas si la libertad de expresion, agrede, condena, califica...el comentarista tambien podra inventarse su propia contrarevolucion

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